¿Vocación de universitaria?
El capítulo 3 del libro Dignidad, de Javier Gomá Lanzón (Galaxia Gutenberg, Barcelona 2019, p.61) empieza con la siguiente afirmación: «El conocimiento avanza cuando discierne», para después adentrarse en el concepto cultura, palabra a la que le asigna distintos contenidos y de la que afirma que es a la vez «trascendente y ambigua» como muchas otras. Entre esas muchas otras, creo que está vocación. Sí, creo que vocación es una palabra trascendente y con muy distintas comprensiones que la cargan de ambigüedad. Vocación es una palabra que necesita discernimiento si queremos usarla adecuadamente y avanzar en su comprensión.
La quiero traer al mundo universitario: ser universitario, universitaria en nuestro caso, ¿es una vocación? ¿Habremos automatizado en exceso el derecho a la escolarización por el que, inicialmente, nos incorporamos a la escuela? Quiero decir que, igual que a infantil le sucedió primaria y a ésta secundaria para desembocar en bachillerato, ¿habremos extrapolado el automatismo hasta la universidad sin el suficiente discernimiento?
A lo mejor nos tenemos que hacer esta pregunta, nada teórica, y añadir algunas más, como: ¿Por qué estoy en la Universidad -la escribo queriendo con mayúsculas-? ¿Qué significa ser universitaria? ¿Qué me aporta más allá del logro de un grado? ¿Qué añado yo a la Universidad? Además de lo que aprendo, ¿crezco intelectualmente?, ¿crezco en implicación social?, ¿nace en mí el deseo de implicarme en la mejora y transformación de alguna cosa?
Decía Gomá en su libro que «el conocimiento avanza cuando discierne». Si es así, y creo que lo es, contestarnos a estas preguntas nos ayudará a discernir nuestra vocación universitaria y conocer la riqueza y reto que supone serlo.
Mª Isabel Macarro Vera, adc
Directora de la residencia universitaria Cardenal Spínola