Cierre del curso con nuestro Acto académico
Este sábado celebramos el Acto académico, un momento especial de cierre de curso. En esta ceremonia participaron nuestras residentes, el equipo directivo de la residencia, miembros del equipo de titularidad de la Fundación Spínola y también contamos con la presencia de Pedro Jose Gómez profesor de la Universidad Complutense de Madrid quien realizó la lección magistral del acto.
Queremos compartir las bonitas palabras que dirigió Rosina Fontao a sus compañeras.
Buenas tardes a todos.
Estimados componentes de la mesa, familias y compañeras. Queridos amigos todos.
Me dirijo a vosotros en nombre de todas mis compañeras.
Cuando Maria Isabel me pidió intervenir en nombre de las residentes, tuve que reflexionar un poco sobre todas nosotras y en como enfocar esta tarea.
Creo no equivocarme si afirmo que las 55 estudiantes que habitamos este curso en la residencia (y tantas otras compañeras que pasaron antes que nosotras y que pasaran en cursos venideros) somos muy diversas en todos los sentidos: desde nuestro origen, nuestras familias, nuestros gustos o cosmovisiones, y por supuesto nuestros estudios y universidades, entre tantas otras cuestiones que a priori nos separan.
Y sin embargo y a pesar de todo (o tal vez gracias a todo ello) hay algo, muy importante que nos une, y es el hecho de haber elegido esta residencia como segundo hogar en Madrid.
Y es que la Residencia no es solamente, aunque sea la imagen que nos asalta cuando pensamos en ella, un edificio amarillo con una gran puerta de madera que desde una fachada nos ofrece un espejo disfrazado de hospital y que desde la otra nos sorprende cada tarde con los atardeceres, tal vez, los más bonitos de todo Madrid.
La Residencia son las personas que forman parte de este proyecto: desde la dirección, la comunidad religiosa, las educadoras… Ellas hacen posible que aquí todo funcione como un reloj y, por supuesto también las residentes.
Entre todas conseguimos que un edificio amarillo con una gran puerta de madera se convierta en una casa, en “esta santa casa” como lo recitamos cuando somos novatas.
Aquí, como en cada casa celebramos los momentos importantes del año todas juntas.
Aquí reímos y festejamos cuando estamos alegres porque hemos aprobado esa asignatura que se nos atascaba.
Aquí nos refugiamos cuando sentimos que el mundo se nos cae encima y hay un obstáculo que no podemos superar.
Aquí cogemos impulso y dejamos atrás, bien lejos, ese obstáculo que parecía imposible vencer.
Aquí se forjan amistades tan fuertes que durarán toda la vida y se aprenden lecciones aun de mayor importancia que las de cualquier doctor o catedrático.
Aquí cambiamos, maduramos y nos volvemos mayores, tanto a nivel académico como a nivel personal y espiritual. Estoy segura de que ninguna de mis compañeras es hoy igual a como era en su primer día en la residencia.
Mi experiencia, es esta, y me siento muy agradecida y afortunada de poderla compartir con vosotras cada día.
Esta etapa universitaria en la que nos hayamos inmersas (etapa dura y exigente), espero nos esté aportando a todas grandes victorias y satisfacciones; y nos permita cada día acercarnos un poco más a nuestro mejor yo.
Para todas, esta etapa universitaria terminará, pero el camino continúa y surgirán nuevas metas y desafíos.
A esto llamamos ser finalista: a estar ya a un paso de proseguir ese camino. Es parte de lo que hoy celebramos. Sin olvidar nunca que aquí queda un hogar que llevar en el corazón para siempre.
¡Mucha suerte en los exámenes finales a todas!
¡Muchas gracias!