Restaurar toda una vocación
Sobrecogedora la película de la madrileña Icíar Bollaín Pérez-Mínguez, “Maixabel”. Todo un reto para los que van por la vida con acciones y posturas gravemente lesivas para la convivencia.
Todo un reto, no la película, sino la realidad que cuenta: Maixabel Lasa Iturrioz, viuda de Juan Mª Jáuregui, asesinado por ETA, accede a entrevistarse con los asesinos de su marido. A través de estos «encuentros restaurativos», como se llamaron, plantó cara a ETA y a otro tipo de barbaries terroristas. Fue su modo de hacerlo.
¿Por qué traigo aquí esto si lo que quería era hablar de vocación prolongando la publicación anterior? Pues porque creo que la pregunta sobre la propia vocación sobrepasa el mundo de los haceres; la pregunta sobre la vocación tiene que ver con cómo proyecto la propia vida, tiene que ver con dónde apunto cuando apunto. Tiene que ver con lo que decimos en nuestra Misión cuando hablamos de acompañar el proceso de crecimiento personal y profesional de las residentes: «Que lleguen a preguntarse no solo qué quieren hacer sino qué tipo de personas quieren ser». Una carrera solo porque tiene más salidas o porque presagia buenos ingresos económicos, es una motivación insuficiente. La vocación es mucho más: es un planteamiento de sentido. Se plasmará en haceres, fruto de la exigencia interna que la vocación suscita, pero la vocación, insisto, no es de haceres, es de sentido.
Vocación viene del latín vocare, que significa acción de llamar. Pues, ¿a qué estoy llamada?, ¿cómo saberlo, cómo descubrirlo?
Lo que hemos sabido a través de la película Maixabel, nos reta a vivir la vida no al tun tun sino con sentido. En su caso, vive la vida restaurando… Bonita vocación.
La película Maixabel continua exhibiéndose en algunos cines y también se puede ver a través de la plataforma Movistar +.